En el año 2011 se publicó en la revista
de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos un interesante estudio
sobre los efectos del agotamiento mental en la toma de decisiones. Para llevar
a cabo este análisis, los investigadores Shai Danzinger, Jonathan
Levav y Llora Avnaim-Pessoanalizaron 1.112 decisiones
tomadas en cuatro prisiones distintas de Israel por ocho jueces.
Su cometido era resolver, con el
asesoramiento del comité de libertad condicional, las solicitudes presentadas
por los reclusos que previamente había rechazado el centro penitenciario. En
cada sesión diaria los jueces tenían que decidir entre 14 y 35 peticiones.
El ritmo de trabajo era extenuante.
Apenas disponían de seis minutos para resolver cada petición de libertad. Para
distribuir el trabajo, los jueces se reunían en tres sesiones.
La primera comprendía desde primera hora
de la mañana hasta la «pausa del café».
La segunda desde las once horas hasta la
hora de la comida.
Y, finalmente, la tercera comprendía la
sesión de tarde.
Tras comprobar que el orden de
presentación de los casos al comité era aleatorio, los investigadores
estudiaron si había relación entre el sentido de la decisión del juez y el
momento del día en que se había tomado. Los resultados que obtuvieron fueron,
sin duda, sorprendentes.
Al principio de cada período, los jueces
aprobaban más de un 60 por ciento de las peticiones de libertad condicional, si
bien el porcentaje iba bajando progresivamente hasta el punto de que, al final
de cada sesión, se rechazaban prácticamente todas las solicitudes.
¿Por qué existía esta diferencia?
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